sábado, 21 de diciembre de 2013

La llegada de los Obispos

Introducción a este post: por alguna razón hice un blog distinto a éste, el cual titulé "El Viajero Sombra", realizando mi primer aportación el jueves 13 de enero de 2011. Sin embargo, tiempo después no pude recordar la contraseña de acceso, por lo que murió de inanición. Así que rescató aquel trabajo y lo traigo hasta este blog de Metanoia....

jueves, 13 de enero de 2011


La grey católica de Tabasco se prepara para la llegada de su nuevo Obispo, este 19 de enero de 2011. Abro un enlace en el Muro de mi Facebook y leo el previo de la información: Cerca de 14 mil personas esperan que asistan a la toma de posesión del Obispo Gerardo Rojas López. Estos serán distribuidos en la zona de graderías del teatro al aire libre del Parque Tabasco, mientras que la zona VIP será ocupada por personalidades de la política nacional, estatal, y municipal; así como sacerdotes, obispos, religiosas e invitados; en total 500 personas serán ubicadas en este lugar.
Mientras repaso los pormenores de la noticia, mi mente viaja en el recuerdo de una vieja página en un libro que leí hace unos cuantos ayeres. Busco en mi biblioteca personal para refrescar la memoria y finalmente lo encuentro en la página 136 de “Tal cual fue Tomás Garrido Canabal” escrito por Amado Alfonso Caparroso. Al releer las líneas de esas páginas una extraña sensación me envuelve y pienso: ¡cuánto ha cambiado Tabasco!
Así las cosas, un grupo de damas dirigidas por la señora Mercedes López de Payró, Monclovia O. de Moret, la familia González Lamadrid y otras componentes de lo que irónicamente llamaba el “Negro melenudo”, la “Aristocracia jalpaneca”, organizaron en noviembre de 1923 un festejo público en honor del representante de la Mitra Pascual Díaz, quien regresaba de Nueva Orleans, tras una visita a escuelas confesionales en las que estudiaban novicias tabasqueñas pertenecientes a la élite aristócrata.
Participaban en esa velada exclusivamente personas selectas que habían elaborado un programa con cantantes, declamadores, cuadros plásticos, melopeas y una comedia de sabor ecuménico.
La parte musical estaba a cargo de una orquesta militar del 38 batallón de Infantería que comandaba el coronel José Lozano, músicos que expresamente habían enviado desde frontera el jefe militar, el mismo que un año antes había sido furibundo partidario de Ramírez Garrido. Ahora, nuevamente en forma por demás indebida, facilitó elementos del Ejército de la Revolución, rigurosamente uniformados, para un acto eminentemente católico, con lo que una vez más se violaban preceptos constitucionales que prohibían la celebración de actos religiosos de cualquier índole en lugares públicos.
El teatro Merino, de la calle Juárez, donde se celebró el festejo estaba ostentosamente engalanado, todas las damas asistentes llegaron lujosamente ataviadas, luciendo sus mejores joyas, en tanto que los caballeros, pese al calorcito, vestían elegantes trajes negros. La entrada estaba rigurosamente restringida a quien tuviera boleto, incluso los asistentes a la galería.
En el interior, el ambiente tenía una atmósfera de profundo misticismo, con la música sacra, el obispo con ropas talares y el público en respetuoso silencio.
Súbitamente irrumpieron en el teatro un grupo de jinetes en briosas cabalgaduras, miembros del Partido Radical Tabasqueño. Los gritos de ¡Viva Juárez! ¡Viva la Constitución! ¡Viva Obregón ¡Viva Garrido! ¡Viva México! ¡Viva el Partido Rojo! resonaron en el recinto.
Lunetario y plateas se vieron de pronto presas del pánico. Gritos de las mujeres, imprecaciones de los hombres, todo un pandemónium en el que muchos gritaron ¡Sálvese el que pueda! Me tocó presenciar estos hechos desde la acera de enfrente, en el Parque Juárez, en compañía de Agustín Beltrán Bastar.
El obispo Pascual Díaz conservó la calma. Inmóvil, tranquilo, permanecía solo en el escenario mientras todos sus acompañantes se habían puesto a salvo. En cuanto se restableció la calma, el clérigo se levantó de su asiento, se dirigió a las parte de atrás del escenario, se despojó de sus ropas episcopales y abandonó el edificio rumbo a su domicilio, seguido únicamente por un acólito.
Vuelvo al presente y a la página web. Las autoridades eclesiales estiman que la gente inicie las largas filas desde temprana hora, sin embargo están haciendo un llamado para que acudan por lo menos dos horas antes del evento. Otros tiempos y otras circunstancias, el pueblo celebra, mientras que el nombre de Tomás Garrido Canabal brilla con letras doradas en el recinto del Congreso del Estado, así como en la nueva Plaza Bicentenario a espaldas del Palacio de Gobierno. Afuera llueve y mis reflexiones se van dormitando.
            Villahermosa, Tabasco

No hay comentarios:

Publicar un comentario