martes, 5 de junio de 2018

Marbella un árbol frondoso

La vida es un eterno retorno de lluvias y rostros.
Es un eterno viaje hacia las mullidas palabras
Que calan imágenes
Y desiertos en el corazón.
(Ciprián Cabrera)



6 de junio de 2018. Se cumplieron 9 años de la tragedia del incendio en la guardería ABC en Sonora, donde perdieron la vida 49 niños y muchos otros sufrieron quemaduras que los marcaron de por vida. Leí esa noticia en el matutino de aquel sábado en el que entrada la noche mi madre falleciera en un hospital de Villahermosa. Su partida fue inesperada, aún recuerdo los pasos de mi padre como plomo caminar por el pasillo tras recibir la noticia, luego mis hermanas y hermano, que tardarían meses en superar el dolor de no tenerla físicamente.
Hoy hago un repaso en mi mente, hablo con los recuerdos, a sus imágenes que habitan en mi interior y que sólo rompen el silencio durante algunas noches en los sueños oníricos. “Tomar lo mejor y seguir adelante” es una frase que me acompaña ayudándome a poner en perspectiva las situaciones inexorables de la vida, ninguna como la muerte, que está marcada en el destino de cada ser humano.
Bien dice Fromm en el Arte de amar que “el hombre está dotado de razón, es vida consciente de él mismo, tiene consciencia de sí mismo, de sus semejantes, de su pasado y de las posibilidades de su futuro. Esa conciencia de sí mismo como una entidad separada, la conciencia de su leve paso por la vida, del hecho de que nace sin que intervenga su voluntad y ha de morir sin que intervenga su voluntad, de que morirá antes de los que ama o estos antes que él”.
Por eso la importancia de esa conciencia encuentra eco en el andar de mi madre, de Marbella, la amiga, hermana y compañera que supo trascender con un legado que sigue fructificando aún en su ausencia. Crecida en una semi orfandad, apenas cobijada con lo básico encontró siempre la forma de dar sentido a su existencia, fuera estudiando, trabajando y luego forjando una familia de la que se volvió un árbol frondoso que ofrece sombra, protección, fortaleza emocional y sabiduría.
Al final de sus días ese árbol ya se había ramificado en muchas personas a las que inspiró, fortaleció y ayudó en el sentido más extenso del amor a la humanidad. Movida por su fe, vio lo invisible y lo abrazó. Hoy seguimos viéndola en el mundo de lo invisible, de las palabras y los recuerdos, seguimos caminando con la satisfacción de haber sido amados por ella, de haberla conocido, aprendiendo a vivir en el tiempo presente, sí, a ser felices con la certeza de que un día todo será mejor. Nos extendemos hacia ese propósito.

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