La vida es un eterno
retorno de lluvias y rostros.
Es un eterno viaje
hacia las mullidas palabras
Que calan imágenes
Y desiertos en el
corazón.
(Ciprián Cabrera)
6
de junio de 2018. Se cumplieron 9 años de la tragedia del
incendio en la guardería ABC en Sonora, donde perdieron la vida 49 niños y
muchos otros sufrieron quemaduras que los marcaron de por vida. Leí esa noticia
en el matutino de aquel sábado en el que entrada la noche mi madre falleciera
en un hospital de Villahermosa. Su partida fue inesperada, aún recuerdo los
pasos de mi padre como plomo caminar por el pasillo tras recibir la noticia,
luego mis hermanas y hermano, que tardarían meses en superar el dolor de no tenerla
físicamente.
Hoy hago un repaso en mi
mente, hablo con los recuerdos, a sus imágenes que habitan en mi interior y que
sólo rompen el silencio durante algunas noches en los sueños oníricos. “Tomar
lo mejor y seguir adelante” es una frase que me acompaña ayudándome a poner en perspectiva
las situaciones inexorables de la vida, ninguna como la muerte, que está
marcada en el destino de cada ser humano.
Bien dice Fromm en el Arte de amar
que “el hombre está dotado de razón, es vida consciente de él mismo, tiene
consciencia de sí mismo, de sus semejantes, de su pasado y de las posibilidades
de su futuro. Esa conciencia de sí mismo como una entidad separada, la
conciencia de su leve paso por la vida, del hecho de que nace sin que
intervenga su voluntad y ha de morir sin que intervenga su voluntad, de que
morirá antes de los que ama o estos antes que él”.
Por eso la importancia de esa
conciencia encuentra eco en el andar de mi madre, de Marbella, la amiga,
hermana y compañera que supo trascender con un legado que sigue fructificando
aún en su ausencia. Crecida en una semi orfandad, apenas cobijada con lo básico
encontró siempre la forma de dar sentido a su existencia, fuera estudiando,
trabajando y luego forjando una familia de la que se volvió un árbol frondoso que
ofrece sombra, protección, fortaleza emocional y sabiduría.
Al final de sus días
ese árbol ya se había ramificado en muchas personas a las que inspiró, fortaleció
y ayudó en el sentido más extenso del amor a la humanidad. Movida por su fe,
vio lo invisible y lo abrazó. Hoy seguimos viéndola en el mundo de lo
invisible, de las palabras y los recuerdos, seguimos caminando con la satisfacción
de haber sido amados por ella, de haberla conocido, aprendiendo a vivir en el tiempo
presente, sí, a ser felices con la certeza de que un día todo será mejor. Nos
extendemos hacia ese propósito.
woww que hermoso, yo quisiera ser igual y dejar ese legado
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