López
Obrador la ruta por Tabasco
(Parte
1/3)
Por: Arturo Sánchez G.
Una democracia de carne y hueso
En todo México, el PRI inició la década de los
ochentas como la organización política mayoritaria desde el gobierno del
presidente Plutarco Elías Calles. Según relata Enrique González Pedrero en su
libro “Una democracia de carne y hueso”, fue durante su campaña como candidato
priísta al gobierno de Tabasco, en 1982, cuando se “estimuló a la población
para que formularan sus problemas y colaboraran en la reflexión sobre las
soluciones posibles. Como pactos de campaña, los programas mínimos municipales
fueron suscritos, en cada municipio, por los candidatos del partido. Su
definición significó la promesa de que los ayuntamientos cumplirían, por lo
menos, con las acciones recogidas en la primera etapa de la campaña”.
Enrique González Pedrero, en cuyo gobierno AMLO fue presidente estatal del PRI y
efímero Oficial Mayor. (Foto: internet/ Libro "El agua tiene memoria".
Una
vez como gobernador de Tabasco, Enrique González Pedrero se propuso, como él
mismo escribe, comprometer el aparato gubernamental con el pueblo a través de
asambleas populares donde los ciudadanos constataran los avances logrados y
producir “el interés público en la cosa pública”. El primer trienio fue para el
mandatario “la preparación de la democracia”, de tal forma que en este período
los tabasqueños estuvieran familiarizados en intervenir “de manera directa en
las decisiones políticas”.
El
21 de agosto de 1985, en los diarios de mayor circulación en la entidad, el
Comité Directivo Estatal del PRI anunció que el proceso de selección interna
para proponer candidatos a las presidencias municipales de Tabasco, se llevaría
a cabo mediante la consulta directa a las bases militantes. En su tercer
informe de gobierno, González Pedrero dijo, “el procedimiento de consulta
directa a las bases, para seleccionar candidatos a regidores en los 17
municipios del estado, ratificó que el partido en el poder está radicado en el
pueblo”.
El
entonces presidente del CDE del PRI, Andrés Manuel López Obrador (33 años) escribió
en un artículo meses después, “al pueblo de Tabasco le sobra entusiasmo para
impulsar las transformaciones democráticas. Esto se demostró, una vez más, en
el anterior proceso electoral para seleccionar candidatos a presidentes
municipales del PRI… los resultados fueron sorprendentes: el partido aceptó la
democracia con todas sus consecuencias y el pueblo respondió con
responsabilidad y entusiasmo”. (Sociedad y Política, Andrés Manuel López
Obrador. Revista de la Universidad. Sep-Dic. 1986. Num. 13 y 14, Pág. 62)
Aunque el período
gubernamental de González Pedrero ha sido visto desde diversas perspectivas, la
mayoría de los analistas coinciden que su gestión tiene saldos positivos. Por
otra parte, Ángel Buendía Tirado señala que “fue impulsor de prácticas
políticas municipales que influyeron sustantivamente en los componentes
electorales de la democracia”. (El cambio, la única constante”. Tabasco:
Realidad y Perspectivas. Tomo III. Pág. 85)
Es decir, se mostró una
manera diferente de elegir candidatos a puestos de elección popular. “Más
adelante el abandono de estos procedimientos trastocaría el modo de operación
de los grupos políticos municipales revirtiendo un sustantivo avance. En los
años siguientes, ante un Tabasco que se transformó aceleradamente, las fuerzas
políticas tradicionales no giraron a la misma velocidad del cambio
experimentado y poco a poco fueron rezagándose del proceso de transformación
que propició la experiencia del petróleo y el avance de los procedimientos
democráticos. Nuevos elementos de la cultura política entran en escena y ello
estimula la gestación de distintas formas del quehacer político”. (Buendía Tirado Ángel.
“El cambio…”).
Precisamente esas
nuevas formas del quehacer político se comenzaron a gestar en 1988. Después de
las elecciones federales del 6 de julio, el recién creado Frente Democrático
Nacional, un movimiento de ruptura al interior del PRI, que bajo el liderazgo
de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano había logrado poner sobre las cuerdas al nuevo
régimen de Carlos Salinas de Gortari, comenzaba su ascenso como principal
partido de oposición en la izquierda y más tarde se convertiría en el Partido
de la Revolución Democrática.
El Frente Democrático
Nacional en Tabasco, lanzaría como su candidato a la gubernatura para las
elecciones de noviembre de 1988 a un conocido en la clase política priista,
Andrés Manuel López Obrador. Por su parte el PRI se había decantado desde mayo
por la candidatura del Senador Salvador Neme Castillo, quien -basado
principalmente en su amistad con el padre de Carlos Salinas- había superado a Nicolás
Reynés Berezaluce, José Gamas Torruco y a un joven Roberto Madrazo Pintado.
El académico y político
cercano al proyecto de Arturo Núñez Jiménez, José Antonio de la Vega Asmitia escribiría:
“En efecto, la conformación del PRD; su advenimiento como segunda fuerza
política-electoral y su penetración en los sectores más marginados del estado,
produjo una movilización que puso a prueba el esquema tradicional de decisiones
del aparato político. Las respuestas fueron las mismas ante los nuevos
planteamientos y cuestionamientos. Hubo un desequilibrio. Ante nuevas demandas,
mismas respuestas. Ello propició la desestabilización del sistema político
local”. (De la Vega Asmitia, José Antonio. “Tabasco: el advenimiento de una
nueva cultura política”. Tabasco: Realidad y Perspectivas. Tomo III. Pág. 95)
En la próxima entrega veremos la manera como se construyó la primera campaña
de Andrés Manuel López Obrador al gobierno de Tabasco en 1988, analizando el
trato de la prensa al candidato de oposición, el papel de Roberto Madrazo
Pintado como coordinador de la campaña de Salvador Neme Castillo, y cómo todos
estos elementos de confrontación (personajes y estrategias) diseñarían la
escena política local durante los próximos 24 años hasta el ascenso al poder de
Arturo Núñez Jiménez por las siglas del PRD, mientras que consolidarían el
perfil político del oriundo de Tepetitán, hoy (2018) en las puertas de la
Presidencia de la República.
AMLO, en 1988, enfocó su campaña en consolidar su liderazgo en las
zonas indígenas de Nacajuca y Macuspana, lo que le daría capacidad
de movilización en los próximos años.
Salvador "Chavo" Neme, con un estilo popular, gobernó con sus amigos,
enfrentó al naciente perredismo, pero fue la clase política priista
contraria la que lo sacaría del poder en enero de 1992.
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