La noticia de la muerte del pastor Eliud Santinelli (1974-2014),
sorprendió al amplio espectro de congregaciones cristianas en México que
influyó durante su ministerio, en el que estuvo enfocado a compartir sobre la
oración, el crecimiento de la iglesia y el avivamiento del Espíritu Santo,
entre otros temas. Esta nota triste fue dada a conocer por medio de las redes
sociales del Centro Cristiano Libertad que dirigía en Morelia, Michoacán.
Eliud no era un personaje ordinario dentro del círculo evangélico-carismático
al que pertenecía. Más bien fue un líder prominente que a su corta edad se
abrió paso como uno de los exponentes más notorios de los temas que son
fundamentales en estos grupos, principalmente la teología del dominio,
entendida también como la capacidad del creyente de vivir una vida victoriosa
dentro de un mundo decadente.
Para la gran masa de creyentes carismáticos, el liderazgo es
prioritario, pues aunque no se enseña a venerar al evangelista-pastor-apóstol
(o cualquier que sea el caso), sí se enseña a imitarlos, pues ellos han sido
“llamados” y “equipados”, por lo tanto son ejemplo de que la vida que se enseña
en las páginas bíblicas, no es algo ideal sino también posible, convirtiendo su
mundo es una especie de Reino de Dios en la tierra.
Es en este contexto, como resulta sorprendente la sinceridad del
comunicado de la familia de Santinelli, específicamente de su esposa Edith
Quintana, que en una carta firmada y publicada en Facebook, dio a conocer que
con fecha 11 de noviembre de 2014, el admirado pastor “se quitó la vida”, tras
padecer una larga lucha con estados depresivos, de los cuales al parecer la
mayoría de las personas no estaban enteradas.
Trastorno depresivo mayor,
trastorno de ansiedad generalizado.
Suicidio causado por los
diagnósticos previos
Dada la magnitud de la noticia, y las implicaciones éticas que conlleva,
doy a conocer una serie de reflexiones, en el ánimo de que alguno de nuestros
lectores pueda sacar algún provecho de tipo aprendizaje sobre los riesgos que
son implícitas a las creencias del cristianismo evangélico, pentecostal o
carismático.
1. A la muerte por suicidio de Eliud Santinelli, hay que sumarle el caso
de Matthew Warren, hijo del famoso predicador Rick Warren, autor del libro “Una
Vida con propósito” quien también se quitó la vida en abril de 2013, por las
mismas causas atribuidas a la enfermedad depresiva.
Por lo tanto, no debe verse como un caso aislado, ni fortuito, ni
tampoco la excepción, sin llegar a ser la regla se trata de casos que no han
sido atendidos adecuadamente dentro de la iglesia cristiana. No debe hacerse
tampoco una lectura fácil de querer señalar una vida baja en espiritualidad o
pecaminosa en ambos casos.
2. Lo que debe entenderse es que la depresión es una enfermedad mental,
que es el resultado de una combinación de factores de predisposición genética
aunado a factores orgánicos y psicológicos. Cuando una persona se deprime,
resulta importante que reciba ayuda de una institución especializada o de un
profesional. Existen diferentes alternativas para el tratamiento de la
depresión y ha de ser abordada por profesionales de la salud, psiquiatras o
psicólogos.
3. La presión a los que son sometidos los pastores, tal vez con una
carga excesiva de trabajo, les impide llevar vidas emocionales sanas,
desarrollar un estilo de vida equilibrado, pues en la mayoría de los casos se
piensa que una “super espiritualidad” va traer consigo todos los remedios a los
males que aquejan a la persona.
4. La ausencia de un liderazgo efectivo que le permita a los pastores no
sólo rendir cuentas, sino poder abrirse de manera emocional a las luchas que
viven en sus mentes o en sus cuerpos, como puede ser el ataque de una
enfermedad de este tipo.
5. La importancia de desarrollar y madurar los liderazgos, pues es
sabido que en los círculos carismáticos abunda la improvisación, la ausencia de
preparación académica y ministerial, que muchas veces se menosprecia en aras de
una supuesta “amistad con el Espíritu Santo” que no es más que autocomplacencia
disfrazada de jergas religiosas.
6. A la fecha no conozco a ningún pastor que haya hecho una reflexión
sobre el caso, ni siquiera para poder sacar lo bueno que pueda derivarse de las
enseñanzas de un hombre que como dicen sus colaboradores cercanos “sirvió a su
generación” y que lamentablemente fue víctima de una enfermedad mental mal
atendida.
He escrito lo anterior sin el ánimo de ofender a nadie en el ámbito
personal, pero sí para generar por lo menos una idea de reflexión de los
peligros de los excesos religiosos en la sociedad contemporánea. Una mente sana
no es solamente aquella que se aprende versículos bíblicos para recitar de
memoria, ni una persona que se pasa horas en oración para evitar las
tentaciones.
Una menta sana es aquella que tiene la capacidad de equilibrar los
momentos de tensión en la vida y darles una salida adecuada, en el
entendimiento que somos seres humanos falibles, corregibles, pero que a fin de
cuentas, con espiritualidad o sin ella, todos somos dignos de respeto y de
comprensión, pues el “aquí y ahora” es lo único válido si queremos cambiar
nuestro entorno.
Como dice el salmista “Porque en la muerte no hay memoria de ti: ¿Quién
te loará en el sepulcro?” o el Eclesiastés: “Hay ESPERANZA para todo aquel que
está entre los vivos; porque mejor es PERRO VIVO que LEÓN MUERTO”.
Actualizado (02/02/2015):
Por petición de un lector de este blog, subo la foto de la carta donde la esposa del pastor da a conocer parte de los hechos.
Actualizado (02/02/2015):
Por petición de un lector de este blog, subo la foto de la carta donde la esposa del pastor da a conocer parte de los hechos.