Un semblante soñado... un semblante soñado... Era muy bella. No poseía belleza que se le otorga a una santa, puesto que esa hermosura es distante y ha de mover a la adoración. Tampoco era el tipo de belleza que llega a despertar pasiones desenfrenadas. Era más bien una emanación: sus labios, que se dibujan con dulzura, al relajarse esbozan una sonrisa y sus ojos, grisáceos, tienen una mirada serena. Se movía con donaire y parecia formar parte de la misma belleza, de todo lo que resulta agradable.
El nuevo acelerador. H.G. Wells
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