La doctrina de la inmortalidad del alma es omitida en la Ley de Moisés; es obscuramente insinuada por los profetas, y durante el largo período que va desde la esclavitud egipcia a la babilónica, las esperanzas así como los temores de los judíos parecen haber estado confinados al estrecho ámbito de la vida presente. La hosca obstinación con que mantuvieron sus peculiares ritos y costumbres sociales, pareció señalarlos como una especie distinta de hombres, que insolentemente profesaban o que apenas disfrazaban, su implacable odio al resto de la humanidad.
La estéril sinagoga aborrecía y envidiaba la fecundidad de la iglesia rebelde (Iglesia Cristiana): el poder de los judíos no igualaba su malicia; pero sus más importantes rabinos aprobaron el asesinato privado de sus apóstatas, y sus sediciosos griteríos habían despertado a menudo la indolencia de los magistrados paganos.
“History of the Decay and Fall of the Roman Empire”. EDWARD GIBBON
Posiblemente el más célebre de los historiadores ingleses. 1737 - 1794
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