Agradezco tu disposición para leer las siguientes líneas. Me gustaría que prendieras tus bocinas, le subieras el volumen hasta el nivel de tu agrado y mientras escuchas la música seleccionada, me acompañes por un viaje a través de mis sentimientos.
¿Estás listo(a)? Dale Play:
La noche del sábado 6 de junio de 2009 miré a mi madre mientras culminaba su peregrinar por esta vida. Allí estuve junto a la cama de hospital, y luego caminé junto a los doctores mientras la conducían a un quirófano para intervenirla sin éxito.
Ese día fui también el primero en conocer la noticia de su partida. Tuve que comunicarla a mi familia mientras observaba cómo los pasos de quienes lloran se vuelven pesados. El peso del momento aplasta cualquier tipo de resignación, es tiempo de dejar fluir los sentimientos, los apegos, las ilusiones frustradas. Algunas personas se hacen los "fuertes" para poder sobrellevar la amargura de perder a un ser querido, mientras que otros se ablandan mientras dan el último adiós.
Jamás sabré cuánto le debo de lo que soy a mi madre. Sus cuidados, sus lágrimas mientras me veía crecer, su paciencia y hasta su favoritismo hacia mi persona, su hijo menor. Tuve el privilegio de escuchar eso de su boca un par de meses antes de fallecer, me dijo claramente que era su favorito, quizá porque como me dio a conocer, habían pocas esperanzas de que yo naciera, o más bien poco ánimo, pues en una familia de escasos recursos el quinto hijo(a) ya no es celebrado. Pero un médico la exhortó a no abortar: "¡usted nunca sabe quién va a ser!", le dijo más o menos.
Horas más tarde de su deceso, en la madrugada del domingo 7 de junio la casa de mis padres se comenzó a llenar de personas que deseaban despedirla. En ese momento tomé una grabadora y busqué alguna música cristiana, me imaginaba que así lo hubiera querido ella. Mientras sonaban las notas musicales cerré mis ojos y comencé a llorar. Dentro de mí elevé un pensamiento: ¡Mamá, que las puertas del cielo se abran generosamente delante de ti!
Fue un momento sagrado, un espacio de tiempo que trasciende hacia la eternidad en la constante búsqueda de respuestas para nuestra vida.
Te extraño madre mía. Te extraño.
Sentimientos Sagrados, así le titularía a esta expresión tan bella que me ha conmovido. Este hombre tiene que ser bueno...sí, muy bueno.
ResponderEliminar