martes, 30 de diciembre de 2014

Reflexiones sobre la muerte de Eliud Santinelli


La noticia de la muerte del pastor Eliud Santinelli (1974-2014), sorprendió al amplio espectro de congregaciones cristianas en México que influyó durante su ministerio, en el que estuvo enfocado a compartir sobre la oración, el crecimiento de la iglesia y el avivamiento del Espíritu Santo, entre otros temas. Esta nota triste fue dada a conocer por medio de las redes sociales del Centro Cristiano Libertad que dirigía en Morelia, Michoacán.
Eliud no era un personaje ordinario dentro del círculo evangélico-carismático al que pertenecía. Más bien fue un líder prominente que a su corta edad se abrió paso como uno de los exponentes más notorios de los temas que son fundamentales en estos grupos, principalmente la teología del dominio, entendida también como la capacidad del creyente de vivir una vida victoriosa dentro de un mundo decadente.
Para la gran masa de creyentes carismáticos, el liderazgo es prioritario, pues aunque no se enseña a venerar al evangelista-pastor-apóstol (o cualquier que sea el caso), sí se enseña a imitarlos, pues ellos han sido “llamados” y “equipados”, por lo tanto son ejemplo de que la vida que se enseña en las páginas bíblicas, no es algo ideal sino también posible, convirtiendo su mundo es una especie de Reino de Dios en la tierra.
Es en este contexto, como resulta sorprendente la sinceridad del comunicado de la familia de Santinelli, específicamente de su esposa Edith Quintana, que en una carta firmada y publicada en Facebook, dio a conocer que con fecha 11 de noviembre de 2014, el admirado pastor “se quitó la vida”, tras padecer una larga lucha con estados depresivos, de los cuales al parecer la mayoría de las personas no estaban enteradas.
Trastorno depresivo mayor, trastorno de ansiedad generalizado.
Suicidio causado por los diagnósticos previos

Dada la magnitud de la noticia, y las implicaciones éticas que conlleva, doy a conocer una serie de reflexiones, en el ánimo de que alguno de nuestros lectores pueda sacar algún provecho de tipo aprendizaje sobre los riesgos que son implícitas a las creencias del cristianismo evangélico, pentecostal o carismático.
1. A la muerte por suicidio de Eliud Santinelli, hay que sumarle el caso de Matthew Warren, hijo del famoso predicador Rick Warren, autor del libro “Una Vida con propósito” quien también se quitó la vida en abril de 2013, por las mismas causas atribuidas a la enfermedad depresiva.
Por lo tanto, no debe verse como un caso aislado, ni fortuito, ni tampoco la excepción, sin llegar a ser la regla se trata de casos que no han sido atendidos adecuadamente dentro de la iglesia cristiana. No debe hacerse tampoco una lectura fácil de querer señalar una vida baja en espiritualidad o pecaminosa en ambos casos.
2. Lo que debe entenderse es que la depresión es una enfermedad mental, que es el resultado de una combinación de factores de predisposición genética aunado a factores orgánicos y psicológicos. Cuando una persona se deprime, resulta importante que reciba ayuda de una institución especializada o de un profesional. Existen diferentes alternativas para el tratamiento de la depresión y ha de ser abordada por profesionales de la salud, psiquiatras o psicólogos.
3. La presión a los que son sometidos los pastores, tal vez con una carga excesiva de trabajo, les impide llevar vidas emocionales sanas, desarrollar un estilo de vida equilibrado, pues en la mayoría de los casos se piensa que una “super espiritualidad” va traer consigo todos los remedios a los males que aquejan a la persona.
4. La ausencia de un liderazgo efectivo que le permita a los pastores no sólo rendir cuentas, sino poder abrirse de manera emocional a las luchas que viven en sus mentes o en sus cuerpos, como puede ser el ataque de una enfermedad de este tipo.
5. La importancia de desarrollar y madurar los liderazgos, pues es sabido que en los círculos carismáticos abunda la improvisación, la ausencia de preparación académica y ministerial, que muchas veces se menosprecia en aras de una supuesta “amistad con el Espíritu Santo” que no es más que autocomplacencia disfrazada de jergas religiosas.
6. A la fecha no conozco a ningún pastor que haya hecho una reflexión sobre el caso, ni siquiera para poder sacar lo bueno que pueda derivarse de las enseñanzas de un hombre que como dicen sus colaboradores cercanos “sirvió a su generación” y que lamentablemente fue víctima de una enfermedad mental mal atendida.
He escrito lo anterior sin el ánimo de ofender a nadie en el ámbito personal, pero sí para generar por lo menos una idea de reflexión de los peligros de los excesos religiosos en la sociedad contemporánea. Una mente sana no es solamente aquella que se aprende versículos bíblicos para recitar de memoria, ni una persona que se pasa horas en oración para evitar las tentaciones.
Una menta sana es aquella que tiene la capacidad de equilibrar los momentos de tensión en la vida y darles una salida adecuada, en el entendimiento que somos seres humanos falibles, corregibles, pero que a fin de cuentas, con espiritualidad o sin ella, todos somos dignos de respeto y de comprensión, pues el “aquí y ahora” es lo único válido si queremos cambiar nuestro entorno.

Como dice el salmista “Porque en la muerte no hay memoria de ti: ¿Quién te loará en el sepulcro?” o el Eclesiastés: “Hay ESPERANZA para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es PERRO VIVO que LEÓN MUERTO”.

Actualizado (02/02/2015):
Por petición de un lector de este blog, subo la foto de la carta donde la esposa del pastor da a conocer parte de los hechos.